¿Chesterton supongo?

Se acercó temeroso a la cabaña en cuyo porche esperaba un anciano hombre blanco y le preguntó: ¿el doctor Livingstone, supongo?. Aguardó la respuesta como si de ella dependiera algo más que el final de aquella aventura, como si en el fondo no deseara que su búsqueda terminase.

Así podríamos imaginar el encuentro entre H.M. Stanley y el doctor Livingstone. Aquel encuentro suponía el final de una inmensa aventura por el corazón de África, pero ante todo era el resultado de una búsqueda.

Enfrentarse a la obra y la filosofía de G.K. Chesterton es también una inmensa aventura y al tiempo una continua búsqueda. Una búsqueda de un punto de vista diferente, humano y políticamente incorrecto en unos tiempos en los que, mucho más que en los suyos, la herejía se convierte en ortodoxia y la ortodoxia en herejía. "La aventura podrá ser loca, pero el aventurero ha de ser cuerdo", escribió Chesterton. Contemplar el presente con los ojos del pasado puede parecer una locura, pero su obra, como la de todos los grandes genios, tiene un valor intemporal. Y, si miramos un poco a nuestro alrededor, veremos que jamás ha existido una época ni un país en los que su filosofía fuera más necesaria.

El verdadero encuentro entre Stanley y Livingstone fué muy diferente. Stanley conocía de antemano la identidad de aquel anciano al que iba a interpelar. Su propio relato dice: "Hubiera querido abrazarle, pero él era inglés, y yo ignoraba cómo me recibiría. Hice, pues, lo que me inspiraron la cobardía y un falso orgullo; me acerqué deliberadamente, y dije descubriéndome: ¿El Doctor Livingstone, supongo?".

1 comentario:

  1. Mi querido y literato cófrade. Quiero ser el primero en, en cierta manera que no con amaneramiento, felicitarte por tu sorprendente blog e inaugurar esta sección de comentarios. Sencillamente, estupendo. Espero no te arrepientas de mis futuras colaboraciones (por cierto, tu email sigue sin rular). Quede usted con Dios.

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